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EL SURREALISMO Y EL HERMETISMO
CARLOS M. LUIS
Página ilustrada com obras da
artista Aline Daka (Brasil) |
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Desde
sus comienzos André Breton le
imprimió al Surrealismo una
dirección específica encaminada a
superar los antagonismos que rompen
la unidad del ser humano. Era obvio
que para este poeta, como para
quienes lo siguieron en distintas
etapas de su aventura, el
materialismo aunque fuese el
dialéctico, no llenaba todas sus
aspiraciones. |
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La intrincada madeja que fue tejiéndose de
aceptaciones y rechazos alrededor de ese
tema, lo condujo necesariamente a otros
caminos.
Si leemos los primeros textos de Breton,
observaremos que a partir de fecha temprana,
el poeta dirigió su pensamiento hacia dos
corrientes coincidentes en muchos puntos: la
hermética y la utópica. Esta última cobró
forma definitiva durante la Segunda Guerra
Mundial, mientras que la primera ya se
encontraba latente en su poesía y obra
crítica. Las relaciones entre la tradición
hermética y el Surrealismo fueron
acrecentándose pues, a medida que este
movimiento se encauzó dentro de la única vía
que propiciaba la realización de su poesía:
la que el romanticismo había abierto en el
siglo XIX.
El romanticismo brindó a los surrealistas
todos los ingredientes necesarios para
continuar explorando el espacio de la
imaginación. Las tendencias sociales del
romanticismo utópico francés, las mágicas
del alemán y en menor medida del inglés, con
Novalis y William Blake a la cabeza, más el
idealismo de Hegel unido al hermetismo vía
Jacobo Boheme, contribuyeron a fortalecer la
noción surrealista de la realidad. A esto
habría que añadirle la influencia de las
teorías psicoanalíticas representadas por
Freud, y el interés por la etnología que
tanto en Alemania como en Francia, cobrara
ímpetu a partir del siglo XIX y durante las
primeras décadas del XX. De esa manera
podemos completar el cuadro donde la
“transformación del mundo y el cambio de la
vida” pudieran ser posibles. El campo de lo
posible se abrió para los surrealistas en
direcciones inesperadas, direcciones que los
habrían de embarcar en la apasionante
conquista de lo que Breton llamó “el oro del
tiempo”.
Una de esas direcciones, y sin duda la más
luminosa, fue la que les proporcionó el
hermetismo. Ante todo quiero dejar
constancia que me inclino a privilegiar el
término “hermetismo” en vez de otros usuales
como “esoterismo” y “ocultismo”, porque el
primero alude a la ciencia de Hermes, raíz y
base de las corrientes llamadas ocultas y
esotéricas. La noción del “punto supremo”
que Breton situó en el centro de su
pensamiento, establece en primer lugar un
“campo magnético” de atracciones (que
Fourier llamó apasionadas) y en segundo
lugar unos “vasos comunicantes” que hacen
posibles esas atracciones. Como verán me
estoy refiriendo a dos títulos de obras
seminales de Breton. El primero que le abrió
las puertas al automatismo, y el segundo que
intentó conciliar ciertos aspectos del
materialismo histórico con otros del
psicoanálisis. El mundo de los sueños y el
mundo real se confabulan en esa obra. Tanto
los sueños como la realidad entendida como
la depositaria de una surrealidad en
potencia, comprometieron a los surrealistas
en la búsqueda del “Vellocino de Oro”, de
acuerdo con la peti-ción de Breton. Búsqueda
que posee una faceta hermética y otra
utópica.
De ahí entonces que en su ensayo “Ante el
Telón” (1) que sirve como introducción a la
exposición surrealista de 1947, cuyo tema
fue el de la iniciación, Breton pusiera en
una misma secuencia las “líneas que unen el
pen-samiento poético y de anticipación
social como Nerval, Hugo o Fourier con la
persistente vitalidad de una concepción
esotérica del mundo: Martines (de Pasqually),
Saint Martin, Fabre D’Olivet y el Abate
Constant” (1). Partiendo de ese principio
Breton añade: “Resulta así que los grandes
movimientos emocionales que aún nos sacuden,
la construcción sensible que nos rige,
proceden, quiérase o no, de una tradición
totalmente distinta de la que se enseña:
sobre esa tradición se ha guardado el más
indigno, y el más vengativo de los
silencios”. Esas palabras suyas lo situaron
en el proceso de “ocultación” que había
pedido para el Surrealismo desde la época
del Segundo Manifiesto.
¿Qué impulsó a Breton a situarse afuera? En
los momentos en que el existencialismo
sartriano irrumpía en el pensamiento del
siglo XX, mientras que el marxismo parecía
afincarse tras el triunfo de la Unión
Soviética después de la Segunda Guerra
Mundial, Breton escoge la vía del
hermetismo. En el centro de la cuestión se
encuentra la necesidad, según él, de la
elaboración de un nuevo mito. Bajo esa
necesidad pudo responder a una entrevista
que le hicieran, que “es obligatorio
reconocer que el esoterismo se burla del
materialismo histórico erigido como sistema
de conocimiento. A partir del momento en que
nos situamos frente al enigma de los mitos,
debe reconocerse que el que gana la partida
es el esoterismo” (3) El mito aunque suponga
una evasión hacia el pasado, se convierte
dentro del surrealismo, en la búsqueda del
Vellocino a que habíamos aludido antes. Lo
que le confiere su actualidad es su
contenido latente que para Breton constituía
la esencia de su poder de imantación. El
mito posee por lo demás una poesía
alimentada por un saber tradicional que el
Surrealismo adopta al insertarlo dentro de
su concepción de lo maravilloso. El Mito
reemplaza la razón por la magia cuyo
causalismo obedece a otro orden. El poeta de
“Nadja” fue el autor de un libro sobre el
Arte Mágico donde se apoya en Novalis para
expresar que para este poeta “la magia aún
despojada de su aparato ritual, conservaría
en nuestra vida cotidiana toda su eficacia”
(5). Con anterioridad el pintor surrealista
y especialista en las ciencias herméticas
Kurt Seligman, había publicado un libro
“Miroir de La Magie” cuya influencia fue
decisiva para Breton. Es por ello que desde
su aproximación a la obra de Freud, la
correspondencia entre los mitos y los
sueños, llevó a los surrealistas a
enfrentarse con el dogma del materialismo
dialéctico, aunque vieran en el mismo un
instrumento de lucha social efectivo. Pero
la red oculta que en definitiva une la
poesía al mito y a una posible acción
social, es la magia. De ahí a aceptar las
utopías, sobre todo la de Fourier, saludado
por Breton en su famosa Oda, sólo había que
dar un paso.
Omitir este aspecto radical del Surrealismo,
como lo expresó Michael Carrouges sería
desfigurarlo. Basta con recorrer los
escritos de Breton, para que salten a la
vista los nombres de alquimistas y autores
herméticos como Nicolas Flamel, Abraham el
Judío, Paracelso, Raimundo Lulio, Lotus de
Paini, el Maestro Eckhardt, Eliphas Levi, La
Cabala, el Tarot, y Hermes Trimegisto entre
tantos. Dentro de ese amplio espacio, la
magia ocupa un sitio preponderante. No
solamente porque se encuentra relacionada
con el mundo primitivo, al cual los
surrealistas le rindieron culto, sino porque
constituye la esencia misma de una
interpretación analógica del mundo. Para
Breton la analogía es la piedra angular
donde descansa su visión poética. En su
ensayo “Signo Ascendente” (4) el poeta
enfatizó que “nunca había experimentado el
placer intelectual, sino en el plano
analógico… la única evidencia del mundo es
la regida por la relación espontánea,
extra-lúcida que en determinadas
condiciones, se establece entre tal cosa y
tal otra que el sentido común se abstendría
de confrontar”. La analogía se encuentra
incubada dentro de una antiquísima tradición
hermética. Esa tradición por ejemplo, es
recogida por Swedenborg en su teoría de las
correspondencias, la cual pasa por una parte
al romanticismo alemán sobre todo en Novalis,
y por la otra a Fourier, a Baudelaire y a
William Blake. Con respecto a Fourier y
enfatizando acerca de la relación que existe
entre los principios de la analogía y la
utopía, Michel Beajour en su post-scriptum a
la edición del Arcane VII de Breton (6) nos
dice lo siguiente: “sabemos que lo que une a
los poetas en su predilección por la
“armonía”, es la atracción sobre la cual se
funda el socialismo de Fourier… la
importancia que para él posee la alta magia
en toda la poesía auténtica, se encuentra
basada en la analogía”. En la misma se
encuentran presentes las sentencias de la
Tabla de Esmeralda que nos dicen que el todo
está en el todo, idea que fue central en
Nicolás de Cusa y en los cabalistas
neo-platónicos del Renacimiento. Los
surrealistas buscaron en las consonancias
analógicas ese pasaje de una cosa a la otra
(que a mediados de la década de los
cincuenta llevaron a cabo en su juego “Lo
Uno en el Otro”), que les permitía las
incesantes transmutaciones que constituye su
modus operandi. La etimología de la palabra
“analogía” indica que el prefijo “ana”
significa “hacia lo alto” impulso que se
encuentra en la base de la aspiración
bretoniana de trazar un “signo ascendente”
para alcanzar el “punto supremo”. |
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LOS GRANDES TRANSPARENTES
A manera de ilustración acerca de
los Mitos, vale la pena mencionar
uno en especial que Breton
desarrolló en sus ‘Prolegómenos a su
Segundo Manifiesto: el de los
“Grandes Transparentes”. En el año
1942 aparece como conclusión a su
segundo manifiesto la interrogante
acerca de la existencia de unos
seres que podrían en duda el
antropocentrismo inserto en la
conciencia occidental.
Ese camino hacia una nueva Gnosis,
fue desarrollado por él en otro
ensayo titulado “El Surrealismo en
sus Obras Vivas” donde inspirado en
las doctrinas gnósticas, nos habla
del conocimiento de una realidad
suprasensible “invisiblemente
visible en el seno del eterno
misterio”. |
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Ese mismo año además se abrió en New York,
una importante exposición del Surrealismo
titulada “First Papers of Surrealism”, cuyo
tema central era “La Supervivencia de
Ciertos Mitos y de Algunos Otros Mitos en
Crecimiento o en Formación”. En la muestra
aparecen la “Edad de Oro”, la “Búsqueda del
Graal”, “El Andrógino”, “La Piedra
Filosofal” y el de los “Grandes
Transparentes”. O sea algunos en crecimiento
y otros en formación, como este último que
Breton introduce en sus “Prolegómenos”.
Citemos lo que nos dice Breton acerca de él:
“Podemos llegar a pensar que por encima del
hombre, en la escala animal, existen unos
seres cuyo comportamiento le parecen al
hombre tan ajenos al suyo pueden serlo al de
la efímera o al de la ballena”. Breton acude
a Novalis para quien “en realidad vivimos en
un animal del que somos parásitos; la
constitución de este animal determina la
nuestra, y viceversa”. William James quien
se hizo la siguiente pregunta: ¿Quién sabe
si en la naturaleza no ocupamos un lugar tan
insignificante, con respecto a unos seres
cuya existencia ni siquiera sospechamos?
También le sirvió de punto de apoyo. Por
otra parte en la Pistis Sophia de Valentín
el gnóstico del siglo II, que seguramente
Breton conocía, se hace mención de los “24
Grandes Invisibles”. De esa manera el poeta
concluye diciendo “¿Un nuevo mito? ¿Es
preciso convencer a estos seres de que son
el resultado de un espejismo o bien de
darles ocasión de manifestarse?”
El tema propició dentro de los surrealistas,
sobre todo en los pintores, un interés
inmediato: desde Matta hasta Jacques Herold
la posible manifestación de esos seres,
promovió la renovación de viejas creencias
que iban desde el Kha egipcio hasta la
angiología de Swedenborg, pasando por la
cristiana. Uno de los aspectos importantes
de este mito radica en la atracción que lo
“transparente” o cristalino ejerciera sobre
Breton, en oposición a la opacidad que
siempre rechazó. De acuerdo con Juan Eduardo
Cirlot en su “Diccionario de Símbolos” (8)
“El estado de transparencia se define como
una de las más efectivas y bellas
conjunciones de contrarios: la materia
“existe” pero es como si no existiera, pues
se puede ver a su través”. Esa transparencia
o estado cristalino exaltó a los místicos y
a los filósofos herméticos, al igual que a
Breton. |
EL TAROT
El Tarot constituye uno de los
lenguajes “mudos” que las corrientes
herméticas adoptaron. Hacia finales
de los 40 y principios del 41,
muchos surrealistas entre éstos
Breton, se refugiaron en Marsella
con la esperanza de conseguir visa
para salir del país. Mientras tanto
y fieles a sus costumbres lúdicas,
crearon el llamado Tarot de
Marsella, como una especie de
reflejo del Tarot que lleva ese
mismo nombre. Los surrealistas no
estaban interesados en ese momento,
en revivir los arcanos que el
antiguo juego de cartas proponía,
sino más bien adaptarlos a una
investigación que respondiese a las
inquietudes políticas y sociales que
en ese momento los afectaba. |
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Eso
no impidió que las láminas que salieran de
las manos de los pintores como Brauner, Max
Ernst, Herold, Domínguez, Lam, Masson y
Breton no representasen algunos elementos
relacionados con el hermetismo. Precisamente
durante ese mismo tiempo, Breton escribió
dos de sus poemas más cercanos a esa
tendencia: “Fata Morgana” y “Pleno Margen”.
Fue dentro de esa atmósfera cargada de
expectativas, que aparecieron temas y
nombres que respondían al Amor que tenía
como emblema la llama, El Sueño con su
correspondiente emblema La Estrella Negra,
la Revolución y su emblema la Rueda y el
Conocimiento representado por la Cerradura.
A cada uno de esos cuatro temas se le
asignaba un personaje histórico o literario:
La Llama = Baudelaire, La Religiosa
Portuguesa, Novalis.
La Estrella= Lautréamont, Alicia, Freud
La Rueda= Sade, Lamiel, Pancho Villa
La Cerradura= Hegel, Helen Smith, Paracelso
Mientras que el Comodín le fue a asignado al
Ubu de Jarry.
Dentro de un ámbito lúdico los surrealistas
continuaron “barajando” los nombres y las
ideas que le parecían centrales. Y es así
cómo aparecen las figuras de Pancho Villa
junto a las de Hegel, Novalis, Paracelso o
la famosa médium Helen Smith.
Pero fue su obra más hermética y quizás la
más hermosa “Arcane 17”, la que utilizó el
sentido oculto de las láminas del Tarot
además de numerosas alusiones a símbolos
alquímicos. Frente a la naturaleza agreste
de las colonias de pájaros de la Rocher
Percé en el Canada, y junto a su compañera
reciente Elisa, Breton escribe un canto a la
esperanza. Ese canto estaba inspirado en el
mensaje secreto del Arcano 17 del Tarot
que representa el espíritu creador. En ese
arcano podemos ver a una joven arrodillada
vertiendo agua de dos cántaros, uno de oro
(la esencia activa) y el otro de plata (la
esencia pasiva). La primera vivificando el
arroyo donde fluye el agua heraclitiana
principio del devenir constante, y la
segunda impregnando la tierra para asegurar
su fecundidad. Siete son las estrellas que
rodean a la estrella mayor o a la Diosa
Isthar, que siendo la diosa de la tarde y de
la mañana, nos trasmite las influencias
espirituales. El siete es como se sabe, un
número mágico dentro de todas las
tradiciones religiosas. La gran estrella
fue, por otra parte, identificada con Sirius
estrella de la primera magnitud asociada con
el fuego, que para los filósofos herméticos
es el cuarto elemento el cual de acuerdo con
el alquimista Thomas Vaughan, es “la
sustancia más alta en la escala de la
naturaleza”. Sobre un pequeño arbusto se
encuentra posada un ave negra, símbolo de
las partes volátiles del proceso de la Gran
Obra de los alquimistas. La negritud del ave
pertenece al proceso alquímico llamado “putrefactio”,
al cual le suceden los colores del arcoiris
de la resurrección o la albedo que es la
fase final de la Obra. Los cuatros elementos
están por lo tanto representados en esta
lámina: El Fuego, el Aire, la Tierra y el
Agua, asegurando de ese modo un pacto entre
el hombre y la naturaleza. La influencia de
la mujer en esta lámina, se traduce en el
canto apasionado que hace Breton acerca de
la salvación por la mujer como mediadora.
Recordemos de paso que tanto La Alquimia
como La Sabiduría pertenecen al género
femenino. |
LA ALQUIMIA
De todas las corrientes herméticas
la que penetró más a fondo en la
conciencia surrealista fue la
Alquimia. Es fácil comprender por
qué. A partir de la “alquimia del
verbo” que Rimbaud enunciara, se
operó dentro del lenguaje tanto
verbal como visual, una
transformación radical, cuyas
consecuencias para la poesía fueron
avistadas por los surrealistas. El
simbolismo alquímico apoyándose en
los mitos y en los misterios de la
naturaleza, expone una concepción de
los mundos imaginables que surgen a
medida que el proceso de la Obra va
cobrando cuerpo. En cuanto a la
poesía escrita, el arte combinatoria
que suponía actuar sobre la materia
verbal, creó una hermenéutica
paralela al sistema
epistemológico practicado por el
Occidente. |
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Por su parte Michel Carrouges señaló que
los escritos de los alquimistas poseían un
aliento netamente pre-surrealista. La
iconografía de los alquimistas como veremos,
fue vista por Rene Alleau como una
prefiguración de la pintura surrealista.
Para Breton, de acuerdo con J. Van Lennep en
su libro “Art et Alchimie” (10) la alquimia
no era un juego erudito sino que
representaba su interés crucial por una
gnosis que contiene en fermento el espíritu
del surrealismo.
La poesía entendida a la manera de los
surrealistas como espejo de lo maravilloso,
es pues un sustento principal de la relación
entre los surrealistas y hermetismo
alquímico. A partir de esa nueva noción de
la realidad todo cambió, llevando a los
surrealistas a buscar en otras fuentes, lo
que el racionalismo no podía ofrecerles.
Esas fuentes estaban alimentadas por las
corrientes herméticas, las visiones de los
lunáticos y los naives, y en la magia del
arte y los mitos de los llamados primitivos.
Con respecto a la alquimia, Breton pidió en
su Segundo Manifiesto (9) que “se observen
las notables analogías que, en cuanto a
finalidad, presentan las investigaciones
surrealistas con las investigaciones de los
alquimistas; la piedra filosofal no es más
que aquello que ha de permitir que la
imaginación del hombre se vengue
aplastantemente de todo”. El fervor
particular que Breton demostraba por las
relaciones que existen entre las
transmutaciones alquímicas y las poéticas,
lo impulsó a buscar en el hermetismo una
fuente de vivas emociones. La poesía de los
surrealistas, como la de Benjamín Péret (uno
de sus libros lleva el título de “Fuego
Central” que de acuerdo con lo alquimistas
es el azufre de la materia), es un buen
ejemplo de un vocabulario asociacionista que
surge de esas transmutaciones. Los cadáveres
exquisitos y los collages, reinventan
analógicamente la realidad, partiendo de una
combinatoria de imágenes que la razón sitúa
en polos opuestos. Esa idea se encuentra en
el centro mismo de lo maravilloso que
representa la piedra filosofal capaz de
transformar la vida y el mundo. Pasemos
ahora dos de los tantos temas herméticos
centrales en el surrealismo: el Lenguaje
de los Pájaros y el mito del
Andrógino Primordial. |
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EL ANDROGINO PRIMORDIAL
En su ensayo “El Surrealismo en sus
Obras Vivas” (15) Breton designa la
reconstrucción del mito del
Andrógino Primordial del que todas
las tradiciones nos hablan como algo
“necesario y deseable”. En la
exposición “First Papers of
Surrealism” ese mito ocupó un sitio
preponderante. ¿Siguió Breton la
línea trazada por Platón en el
Banquete, cuando el filósofo nos
dice que la decisión de Zeus de
cortar al hombre en dos creando al
hombre y a la mujer, provocó el
deseo de su reintegración mediante
el amor? En ese mismo ensayo Breton
añade: “Desde ese punto de vista,
cabía esperar que el deseo sexual…
resultará en último análisis, el
cegador, vertiginoso e inapreciable
más acá sobre cuya ilimitada
prolongación los sueños humanos han
construido todos los más allá
(16) |
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En
el “Arcane 17” de una manera explícita
Breton insiste en lo mismo, hablando de la
pareja como de un “solo bloque de sol”.
Tanto en la Cabala como en el Arcane 17, se
insiste en que la “gran maldición”
disociativa del sistema masculino y femenino
“será levantada”, para que el poder
regenerativo del mundo y de la humanidad
vuelva a instaurarse. Sarane Alexandrian en
su libro “Les Liberateurs de L’Amour” (17)
sostiene por su parte, que esa reunificación
contenía más un elemento alquímico que
platónico. Esto nos conduce directamente a
la intuición del pensamiento hermético,
según el cual el hombre tiende a trascender
su unidad perdida en una reconciliación o
apokastasis. Reconciliación que se produce
en el ‘Punto Supremo” que Breton había
soñado como meta del Surrealismo.
La tradición hermética vaticina que el
arquetipo del mundo se encuentra en ese ser
hermafrodita (de Hermes y Afrodita o hijo de
Mercurio y de Venus) que gravita sobre
nuestro destino. En el “Corpus Hermeticum”
Asclepios pregunta “¿Qué dices que Dios
posee los dos sexos? respondiéndole Hermes:
“Ciertamente Asclepios y no sólo Dios sino
todos los seres animados y vegetales”. En la
India el dios Ardhanarishvara es un
compuesto entre Shiva y su esposo Shakti/Parvat.
El león y el buey simbolizan lo lunar y lo
solar. En una obra alquímica del siglo XVI
atribuída a Ulmannus, se dice que el
hombre fue creado “de un sol doble, el sol
interno y espiritual que encarna al divino
hermafrodita”. En la página introductora a
la Aurora Consurgens, el
águila reúne a los dos opuestos. Las tres
piernas del hermafrodita representan los
tres sostenes de la retorta expuesta al
fuego”. Hervé Masson en su “Dictionnaire
Initiatique” (18) nos dice al respecto “La
naturaleza humana sublimada hasta el estadio
de lo sobre-humano, será un Re-Bis o cosa
doble. Es así como el arquetipo del mundo es
concebido, como un solo ser bisexuado… en
tanto que pueda reunir lo que se encuentra
esparcido y acerque lo que está separado
establecerá lo que Jung llama la
coincidentia oppositorum.” En
definitiva, ¿en qué consiste la poesía
surrealista, tanto escrita como visual, sino
en crear el collage que atrae en un mismo
plano esa coincidencia?
La bipolaridad sexual se encuentra presente
en los textos hebraicos que nos enseñan que
Adam y Eva originalmente unidos entre si,
fueron separados por Dios a golpe de hacha
al igual que Zeus hiciera, según el mito
platónico. El primer Adam fue por lo
tanto hermafrodita: hombre a la derecha y
mujer a la izquierda, hecho a la imagen
del Adam Kadmon celeste y andrógino. En uno
de los Midrashim citado por Mircea Eliade en
su libro ‘Mephistophole et L’Androgyne (19),
se dice lo siguiente: “El Señor respondió al
ser interrogado acerca de cuando vendrá el
Reino: cuando el dos sea uno, lo de afuera
como lo de adentro, y el macho como la
hembra sean ni macho ni hembra”… Lo mismo
encontramos en el Evangelio Gnóstico de
Santo Tomás encontrado en Nag Hammadi,
cuando Jesús le responde a sus apóstoles
acerca de su entrada en el Reino: “Cuando
hagaís del dos un uno, cuando hagaís que lo
de adentro sea igual a lo de afuera y lo que
está en lo alto igual a lo que se encuentra
en lo bajo y cuando el hombre y la mujer
sean uno y los mismo, de manera que el
hombre no sea mujer, ni la mujer hombre, …
entonces podrán entrar en el Reino”. Como
verán lo que Breton vislumbró en su
Manifiesto como una conciliación de los
contrarios, forma parte de una vieja
aspiración esotérica.
Para los alquimistas el Rebis es el
matrimonio místico del sulfuro y el
mercurio. En el Rosarium las
figuras del Sol y la Luna coronados como el
Rey y la Reina, son representados por el
baño alquímico fusionándose el uno con el
otro. El cuervo expresa según Fulcanelli la
cocción del Rebis filosofal. Las nupcias
alquímicas poseen por otra parte una
naturaleza incestuosa. Su prototipo es
representado por el incesto entre la
hermano/hermana que constituye una
alegoría de la unión entre los opuestos,
violando así uno de los tabúes más
persistentes de la humanidad. En las
ilustraciones de Georgium Anrach del siglo
17, “Pretiossisimum Domun Dei” la conjunción
de los opuestos, entre hermano y hermana
producen la solución perfecta.
Ante la imposibilidad de hacer una revisión
completa de la vastísima colección de
imágenes relacionadas con la alquimia, vamos
a detenernos en tres ellas, y en dos de las
obras más emblemáticas de la pintura
Flamenca, que como se sabe estuvo altamente
influida por la alquimia. Muchos de los
elementos visuales del Arte Hermético, se
encuentran presentes en estas obras, que
constituyen el “mutus liber” o el “lenguaje
mudo” con el cual los alquimistas quisieron
esconder sus secretos. En primer lugar los
dos gouaches (ambos de 48x48 cm.) que vamos
a presentar a continuación, fueron
descubiertos y comentados por Philippe
Audoin a quien le debemos una importante
obra sobre André Breton y un ensayo
definitivo sobre el Surrealismo Lúdico. El
primer gouache que Audoin tituló “La Gruta”
contiene una escena simbólica central: un
guerrero atravesando con su lanza a un
dragón. De acuerdo con Dom Pernety, los
filósofos alquimistas muestran la materia de
la gran obra como dos dragones que combaten
entre sí. La palabra griega “drako”
significa serpiente y ya conocemos el rol
que ésta jugó en el mito que provocó la
expulsión de la primera pareja del Paraíso.
La iconografía cristiana presenta a San
Jorge y a San Miguel Arcángel combatiéndolo.
Por otra parte el dragón alquímico es el
guardián del tesoro de la Obra,
representando al Mercurio que engendra la
piedra filosofal. El dragón alado como el
que vemos en esta imagen simboliza pues al
mercurio volátil. La gruta nos enseña según
Audoin, que el dragón se encuentra en “las
entrañas de la tierra”. En los pilares
laterales vemos unas figuras (el sol y la
luna o el principio activo y pasivo) bajo
signos zodiacales. Debajo y a cada lado dos
toros cuyo significado en la alquimia se
encuentra relacionado con la materia de la
Gran Obra. La fuente (cuyo simbolismo es
amplio, pero que significa en especial el
centro de donde emana la vida o la “fons
vitae” de los alquimistas), produce un fino
chorro de agua. A la izquierda y a la
derecha un cuervo (la materia en proceso de
nigredo) y un águila (consagrada en Júpiter
y simbolizando el Mercurio de los filósofos)
la alimentan. En el ápice de la bóveda del
triángulo, dentro de un cuadrado y éste en
un círculo, pende el Vellocino de Oro. A
cada lado un hermita cuyo lema es “Ora” y un
maestro masón, cuyo lema es “Labora”. O sea
dos de los principios esenciales para llevar
a cabo la Obra.
El segundo gouache se titula “La Fuente”.
Los arbustos que vemos expresan la virtud
vegetativa implícita en la naturaleza. Un
niño surge de la fuente bajo un chorro de
agua lustral diciendo: “Yo soy la Puerta”,
lo cual nos recuerda las palabras de Jesús
acerca de convertirnos en niños para entrar
en el Reino de los Cielos. En los muros
aparecen a la izquierda el Caduceo. Las
serpientes que lo entrelazan una roja y la
otra verde significan las naturalezas
“contrarias que surgen del primer Sujeto”.
En el segundo ambas serpientes aparecen
unidas por una tercera de color blanquecino
que “evoca la sal que preside al matrimonio
entre la Luna y el Sol”. Las dos serpientes
sobre el niño se encuentran entrecruzadas de
acuerdo con el signo espagírico del Crisol,
proclaman “Ellos serán dos en una sola
carne”, o sea serán en Andróginos. Sobre el
arco se encuentran las diferentes
divinidades. En el centro el Rey de los
metales, el oro. A su lado Mercurio en cuya
corona leemos la palabra SIMUL (juntos),
Diana o la plata y Venus el cobre. Del otro
lado Marte el hierro, Júpiter el estaño y
Saturno el plomo. Frente a cada costado del
arco la primera figura es Moisés que nos
recuerda que nada es posible sin la ayuda
divina, y la otra una mujer vestida de rojo
y de verde y a sus pies un águila, llevando
una inscripción que dice: en él mismo,
por él mismo y con él mismo son hechas todas
las cosas y buscad ante todo el reino
de Dios.
Vayamos ahora a la tercera imagen alquímica
pintada por Jean Perreal quien vivió entre
1455-1530 en Francia. En su ensayo sobre la
misma, Charles Sterling nos comunica que
“esta pintura representa a la Naturaleza
bajo la figura alegórica de una mujer
desnuda y alada, llevando una corona con los
signos astrológicos de los siete planetas.
La mujer se encuentra sentada entre las
ramas de un árbol simbólico que evoca la
íntima relación de los cuatro elementos, que
constituyen la gran obra alquímica. Sobre el
embaldosado están trazadas dos letras
mayúsculas M y B que son precisamente el
signo alquímico del “Baño de Maria”
procedimiento que debe su nombre al más
antiguo alquimista del Occidente: Maria la
Judía que vivió en el siglo IV.
Las dos pinturas flamencas la primera de
Hugo Van der Goes (1440-1482) y la otra de
Hieronimus Bosch (1450-1531), poseen obvias
alusiones al arte de la alquimia. La lectura
del “Adam y Eva” de Van Der Goes, nos
sugiere trazar una línea partiendo desde el
brazo alzado de Adam hasta el rabo de la
figura que representa a la serpiente. Si
hacemos un diagrama de ese trazo, el signo
de Mercurio saldrá a la vista, lo que nos da
a entender que muchos de los pintores
flamencos, avezados en ese arte hermético,
“escondieron” su mensaje mediante veladuras
y otros procedimientos para escapar al ojo
inquisidor de su tiempo.
En cuanto a Bosch no es necesario insistir:
su relación con la alquimia ha sido
estudiada por numerosos exegetas de su obra,
mientras que su influencia sobre el
Surrealismo fue decisiva como podremos ver
en la pintura de Leonora Carrington o Max
Ernst. Cuadros como el “Jardín de las
Delicias” (donde vemos a la pareja del
hermano y la hermana en actitud amorosa,
encerrados dentro de una gran burbuja), en o
“Las Tentaciones de San Antonio” fueron un
motivo inagotable de inspiración para estos
dos pintores como veremos.
Pasemos ahora a mencionar a algunos de los
pintores surrealistas cuyas obras poseen un
vínculo con el hermetismo. |
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EL LENGUAJE DE LOS PAJAROS
Los pájaros se encuentran íntimamente
ligados a la tradición hermética, religiosa
y mitológica. Zeus encarnó al águila y al
cisne, Horus tenía la cabeza de un alcón y
Thoth la del Ibis. El Espíritu Santo
descendió en forma de Paloma durante
Pentecostés para darle a los apóstoles el
don de lenguas, siendo representado así en
la iconografía cristiana. Tirersias después
de haber sido cegado por la diosa Atenas, le
fue otorgado por la misma Diosa la
comprensión del lenguaje de los pájaros,
además de haber sido convertido durante
siete años en un Andrógino. De acuerdo con
el Zohar, el paraíso terrestre fue llamado
“nido de pájaros”. En el Koran se habla de
los chortilejos como los depositarios de los
Misterios de Salomón. En el Levítico aparece
esa misma ave al lado de otras como el
águila, el cuervo, el cisne, y el pelícano
aves poseedoras de un simbolismo alquímico.
El chortilejo es privilegiado porque posee
la facultad de esconder su nido –es decir el
secretoexitosamente. Algunos autores afirman
que fue Salomón quien inventó el Lenguaje de
los Pájaros. Por su parte Breton sitúa su
“Arcane 17” dentro de un paisaje poblado de
aves, sobre todo marinas, profundizando aún
más su sentido hermético.
En su estudio sobre Raymond Rousell, André
Breton acude a Fulcanelli autor del
“Misterio de las Catedrales” y a Valentin
Andrae autor de “Las Bodas Químicas de
Christian Rosenkreuz”, para interpretar los
recursos linguísticos que emplea Rousell en
su obra. La elección que hizo Breton no fue
casual. En efecto si alguien nos ayuda a
penetrar en el complejo mundo rousseliano
son los hermetistas. Llegamos a través de
ellos, como nos dice Breton “al corazón de
lo que se llama la lengua de los pájaros,
idioma fonético basado exclusivamente en la
asonancia… ” Haciendo un paréntesis:
recordemos que los egipcios consideraron al
lenguaje como un eco sonoro de la energía
que suscita en el universo una fuerza
cósmica. El sonido pues era de esencia
divina. La escritura que le precedió fue una
simple convención humana. De esa forma según
nos dice Guy Beatrice (12) ‘nació la idea de
un lenguaje madre original que no debe
encontrarse en la escritura sino en la
sonoridad y la asonancia, en la raíz de las
palabras unidas por el aliento original de
significado divino. Es el Lenguaje de los
Pájaros querido por los discípulos de
Hermes, que obrara bajo el amparo de la
Cabala Fonética”. Conviene recordar que el
uso de esta lengua, prosiguiendo ahora con
Breton, obedece esencialmente a la necesidad
cabalística… de enmascarar toda comunicación
que quiere hacerse llegar a ciertos seres
privilegiados, confundiendo al resto de los
mortales… “Los recursos poéticos de esta
lengua, subraya, son inapreciables”.
El Surrealismo y el Hermetismo se dan aquí
de la mano para encontrar en un proto
lenguaje, la clave que levante los velos que
cubren el “illo tempore” o el “oro del
tiempo”. Si para los hermetistas ese
lenguaje es privilegio exclusivo de los
iniciados, para los surrealistas es
necesario que una vez encarnado en la
poesía, sea objeto de revelación para todos.
La práctica de la escritura automática
representó en ese sentido, un esfuerzo de
expresarse en un idioma que según Breton los
condujera al camino de la Gnosis. Pero ¿qué
era esa Gnosis para los surrealistas sino
una iluminación poética? La vuelta pues al
“lenguaje de los pájaros” o como también se
le llama “el lenguaje verde”, constituyó una
meta dentro del ideario surrealista. Esa
vuelta se encontraba viva en el romanticismo
alemán imbuido de magia. De ahí que los
surrealistas continuaran dentro de la línea
formulada por Friedrich Schlegel:
Poesía=Magia=Cabala+Alquimia. Marc
Eigeldinger nos indica en su ensayo titulado
“Poesia y Lenguaje Alquímico en André Breton”
(14) que “La identificación casi permanente
en la obra de Breton del acto poético con la
transmutación alquímica se inscribe dentro
de la tradición romántica (donde) se
instaura una relación entre la escritura
poética y la alquimia en el sentido que
ambos operan hacia el retorno a la materia
original bajo la creencia de que el verbo
humano está dotado de un poder mágico”. Es
por ello que tanto los románticos como los
surrealistas y Breton en especial,
utilizaron la cabala libremente
transformándola en un medio de creación
imaginaria. Gershom Scholem quien ha
señalado la relación entre la Alquimia y la
Cabala, dijo que sus grandes libros se
abandonaban a las imágenes haciéndolas
llegar hasta sus extremos. No fue otra cosa
lo que hicieron los surrealistas. |
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VICTOR BRAUNER:
La vida y la obra de este pintor estuvo
atravesada por acontecimientos de carácter
mágico. En las pinturas que vamos a mostrar
el interés de este pintor por la Alquimia y
el Tarot se encuentra reflejado en imágenes
que a su vez corresponden a la concepción
surrealista de lo maravilloso. En la primera
titulada “La Piedra Filosofal” (1940) la
alusión alquímica es evidente. La atmósfera
crepuscular que baña al cuadro le añade a
las figuras una presencia fantasmal.
Otros dos cuadros emblemáticos suyos “El
Nacimiento de la Materia” (1940) y “El
Surrealista” (1947) aluden directamente a la
alquimia y al Tarot. El personaje andrógino
(con cabeza de animal), del primero
sosteniendo en sus manos al sol y a la luna
juega con el simbolismo que ya hemos visto
con relación a ese mito. En cuanto al
segundo su identificación con la lámina
primera del Tarot: “El Mago”, nos indica el
interés de este pintor por las corrientes
mágicas que desde Renacimiento hasta el
Romanticismo influyeron en él. Sus lecturas
de Novalis y las pinturas que le dedicara,
atestiguan del vínculo entre el Surrealismo,
el romanticismo y el hermetismo. Su cuadro
“Prelude a Une Civilization” pintado en
1954, reproduce lo expresado por el poeta
alemán, que Breton cita en sus Prolegómenos.
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JORGE CAMACHO.
De todos los pintores surrealistas
quien se dedicó asiduamente a la
práctica de la alquimia fue este
pintor. Ornitólogo y coleccionista
de las artes primitivas, en su obra
se conjugan las diversas corrientes
que han alimentado al surrealismo.
Camacho fue amigo y hasta cierto
punto discípulo de Eugene Canseliet
y de René Alleau, además de Bernard
Roger autor de varios libros
importantes sobre la Alquimia. En
uno de sus libros ilustrados
“Arcanes de la Philosophie Naturelle”,
Camacho utiliza el simbolismo
tradicional de la alquimia para
expresarse libremente como decía el
filósofo hermético Jean D’Espagnet
con figuras enigmáticas mejor que
con palabras”. Otras pinturas se
encuentra relacionadas con las
chamanes y los mitos religiosos de
los indios de oeste de los Estados
Unidos. |
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LEONORA CARRINGTON.
Como expresa Gloria Orenstein en su
ensayo Divina de la Mujer en la Obra
de Leonora Carrington” (21), “Toda
la obra de Leonora Carrington es el
ejemplo de un arte mágico que se
vincula por su iconografía… a la
gran tradición esotérica”. Esa
tradición le llega por diferentes
vías, entre ellas la de Hieronimus
Bosch quien le brinda un bestiario
preñado de simbolismo hermético. En
un cuadro como “Lepidopterus” los
cisnes negros (símbolo polisémico:
el cisne blanco estuvo consagrado a
Apolo, ave de Venus siendo andrógino
por su largo cuello fálico y su
cuerpo redondeado. Los alquimistas
lo identificaban con el Mercurio
Filosófico). En éste óleo sin
embargo, su pureza blanca se
transforma en el color negro de la
muerte. Los cuatros cisnes reciben
un alimento rojo (símbolo de la
sangre y de la resurrección) de
manos de unos personajes
Lepidópteros (o seres-mariposas,
también símbolos de la resurrección)
asegurando su transformación de la
nigredo a la albedo. En otro cuadro
titulado “Who Are Thou White Face?”
aparece una bestia fabulosa, especie
de Quimera, viene a poner un huevo
en un espacio que sugiere el
Paraíso. El simbolismo del huevo se
encuentra ligado a la Alquimia. La
presencia de los caballos (sobre
todo blancos) en la obra de esta
pintora alude constantemente a la
mitología celta, pero también a la
tradición hermética que lo
interpreta por su ligereza a las
partes volátiles de la materia.
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MARCEL DUCHAMP:
El pintor del cuadro más enigmático
del siglo XX, “El Gran Vidrio”,
estuvo versado en los secretos de la
cábala fonética y la Alquimia.
Diversos autores, entre ellos se
encuentra Arturo Schwarz, quien le
ha consagrado importantes estudios
para dilucidar la estrecha relación
entre Duchamp y la tradición
hermética. Una exégesis completa
sobre este tema es aquí imposible.
Pero señalemos a título de
ilustración a los alambiques que
devienen los pistones de los “Moules
malic” que los alquimistas utilizan
para trasmitir (pasando por los
recipientes de la extrema
izquierda), “la materia prima” que
se trasmuta en Piedra Filosofal. El
vidrio como pueden observar se
encuentra dividido en dos mitades:
la superior que pertenece a la Novia
ocupado por una formación nebulosa
llamada La Vía Láctea. La inferior
pertenece al soltero quien según el
propio Duchamp se encuentra parado
en tierra firme, o sea está
identificado con la tierra, mientras
la novia lo está con el cielo.
Además del alambique, el Molino de
Chocolate constituye el elemento
principal de la obra. Ambos se
encuentran relacionados con el
proceso de transmutación. Por otra
parte la relación del chocolate con
los excrementos (o el proceso de la
putrefactio) es evidente. Duchamp ve
en el mismo “un objeto luminoso, una
fuente de luz”, lo cual nos da a
entender que sigue el proceso que va
de la putrefactio a la albedo. En
las obras de autores iniciados como
Swift o Rabelais, que ejercieron una
fuerte influencia en el Surrealismo,
los excrementos ocupan un sitio
importante. La obra escrita de
Duchamp emplea además, los juegos
fonéticos que constituyeron las
bases para un lenguaje que proyectó
confeccionar. |
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MAX
ERNST:
De acuerdo con sus escritos
autobiográficos, Max Ernst “tuvo
contacto con el mundo sensible
cuando salió de un huevo que su
madre había depositado en el nido de
un águila y que el pájaro había
empollado durante siete años”. En
este relato mítico vemos que dos
elementos alquímicos se encuentran
presentes en su nacimiento: al
águila y el huevo. Continuando con
su autobiografía nos dice que cuando
tenía quince años la muerte de una
cacatúa de su posesión, coincidió
exactamente con el nacimiento de su
hermana. A partir de entonces
subsistió en su imaginación “una
representación irracional donde
confundía los pájaros con los
hombres” . El pájaro (o el elemento
volátil de la materia) se convirtió
para él en un animal totémico
pasando a formar parte de sus
collages y esculturas bajo el nombre
de Loplop o el Superior de los
Pájaros. La importancia de los
bestiarios en la imaginería de los
surrealistas y los alquimistas es
conocida, y Max Ernst hace uso
amplio de su carácter hermético en
cuadros donde aparecen grifos,
dragones, pájaros etc. En uno de sus
pinturas más conocidas: “The Robbing
of the Bride” (1940) (la novia era
el nombre que los alquimistas le
daban a la piedra una vez tratada el
horno), aparece una figura femenina
o posiblemente bisexual en la parte
central del cuadro, estando
parcialmente vestida de rojo, color
que los alquimistas le daban al
azufre de los filósofos. La figura
se encuentra coronada con la cabeza
de una lechuza, animal nocturno
asociada con Pallas Atenea diosa de
la sabiduría. Dos seres híbridos
forman parte de la composición: el
primero hacia la izquierda es un
cruce entre pájaro y hombre
sujetando una lanza partida (símbolo
fálico) que apunta hacia los
genitales de la figura central. Al
pie hacia la izquierda, nos
encontramos a un humúnculo
hermafrodita llorando. Este cuadro
posee alusiones directas al arte
hermético a la vez que le debe a la
tradición medieval que pasa su
teratología al Renacimiento sobre
todo Flamenco, (como lo demuestra su
cuadro “Las Tentaciones de San
Antonio”), cargada de simbolismo
esotérico. En 1948 Max Ernst pintó
“Las Bodas Alquímicas” o las nupcias
entre el azufre y el mercurio,
refiriéndose a la obra escrita por
Jean Valentin Andrae en 1616 que
hemos mencionado.
Los elementos desemejantes que
aparecen en los collages de Max
Ernst, crea una iconografía no ajena
a la unión de los contrarios que los
alquimistas soñaban y que formó
parte del ideario de Breton. En la
práctica del collage definido por el
propio Max Ernst como una alquimia
de la imagen visual, el pintor hace
despliegue de una imaginación que ha
enriquecido a la poesía surrealista.
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JACQUES HEROLD:
El mundo cristalino de este pintor
de origen rumano, corresponde a las
ideas de Breton. En uno de sus
aforismos el pintor nos dice que
“Siendo la cristalización el
resultado del devenir de la forma y
de la materia, la pintura debe
llevar a cabo la cristalización del
objeto”. Esto puede percibirse en
pinturas como “El Shaman” (1947) o
el “Jugador Solitario” (1973). En
ese sentido Herold contribuye a
profundizar las conexiones entre el
Surrealismo y el pensamiento
hermético. |
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ROBERTO MATTA:
Matta hace su entrada en el
Surrealismo a finales de la década
de los 30 estableciendo su
reputación de inmediato. A su
llegada a New York durante la
Segunda Guerra Mundial, su poderosa
personalidad y sus conocimientos del
esoterismo creó un gran impacto (La
obra de Oupensky “Tertium Organum”
lo influyó y a través de él influyó
en otros pintores surrealistas y
expresionistas por su concepción del
espacio tridimensional). Matta
sirvió de puente entre el
abstraccionismo naciente de la
escuela de New York y el
Surrealismo. Las referencias que
hace Breton al hermetismo en sus
ensayos sobre Matta atestiguan de lo
que el poeta percibió como trasfondo
en su pintura. En su primer ensayo
refiriéndose al ágata, piedra que
aparece en sus cuadros, Breton nos
dice que “Matta es aquel que se
lanzó al ágata”, designando “todas
las piedras que esconden esa agua
exaltada, esa “alma del agua” que
disuelve los elementos y “da
verdadero azufre o el verdadero
fuego, según el testimonio de los
ocultistas. Breton se basa aquí en
las palabras de Eliphas Levi
escritas en su libro “Historia de la
Magia”. De esa gota de agua que hace
posible la formación de la piedra se
pasa y cito a Breton “a la
concepción hermética del fuego vivo,
al fuego filosofal”. Esta ágata la
podemos ver en numerosos cuadros
como “El Vestigio de Eros” (1944).
En otro cuadro suyo “Locus Solus”
(1942) (inspirado en la famosa obra
de Raymond Rousell del mismo
título), la presencia de romboides
flotando en el cielo apocalíptico
traspasado por rayos de luz, según
lo describe Romy Golan, lo
transformó en un laboratorio
alquímico. No olvidemos que Rousell
practicó la cábala fonética, como
Duchamp y el mismo Matta. La
alquimia pues acerca Breton a Matta
siendo éste el designado para
ilustrar con dos cartas del Tarot
su Arcane 17. En el “Onix de
Electra” (1944) con su alusión a la
mitología griega, muy en boga entre
los pintores en ese momento, con su
profusión de líneas negras que lo
atraviesan como un sistema nervioso,
alude a un tema cercano a Breton: el
Laberinto de Minos, relacionando
pues la mitología al Surrealismo.
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WIFREDO LAM:
La obra de Lam ofrece un componente
entre su mundo mítico y las
influencias de las corrientes
herméticas entre ellas la
demonología. En uno de sus
composiciones más emblemáticas:
“Belial” pintado en 1948, aparece
ese demonio dando un paso de danza,
como es siempre representado de
acuerdo con la leyenda, en diversos
grabados. En un libro del siglo XVI
“Das Buch Belial” Belial ejecuta un
paso frente al rey Salomón. En ese
mismo cuadro descubrimos otros dos
elementos: el huevo y el cuadrado
mágico, ambos relacionados con las
tradiciones herméticas. Para los
alquimistas el huevo de los
filósofos es el vaso en el cual
ellos encierran la materia para
cocerla. Dom Pernety nos dice que el
huevo “significa comúnmente la
materia misma del magisterio que
contiene el mercurio, el azufre y la
sal”. El cuadrado Mágico fue
posiblemente tomado del famoso
grabado ‘La Melancolia” de Durero,
pintor instruido en los secretos de
la Alquimia y que Lam admiraba. |
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Por último el gran pintor y vidente
ALEJANDRO XUL SOLAR nos
ofrece una extensa obra llena de
simbolismos astrológicos y
alquímicos. A partir del árbol de la
vida cabalístico, según nos dice
Belen Gaché en sus palabras al
catálogo de la exposición de este
pintor en el Museo Reina Sofía, Xul
Solar “diseña sus cartas del Tarot,
inventando nuevos sistemas de
escritura y nuevos lenguajes como la
panlengua. Lector de Swendenborg,
este pintor adoptó las leyes de las
correspondencias, desarrolladas por
el filósofo sueco, a su propio
sistema poético. Es de esa forma que
su arte se puebla de seres
angelicales o de otros seres
provenientes de sus mundos
imaginados dentro de una concepción
hermética muy personal. La
representación en sus cuadros de
mástiles, troncos de árboles etc. se
encuentra relacionada con la
creencia de un Axis Mundi similares
a las que encontramos en la Cabala o
en la Alquimia. Aunque Xul Solar no
perteneció propiamente el movimiento
surrealista, su obra le incorpora
una dimensión que lo enriquece.
He intentado dentro de la medida de
lo posible y aún a costa de haberme
extendido más allá de los límites
aconsejables, mostrar un panorama
somero de las intensas relaciones
que existieron entre el Surrealismo
y la tradición hermética. A mi
entender el Surrealismo actualiza
una corriente de pensamiento
relegada a una especie de feria para
entretenimiento de los incautos e
ignorantes. Por el contrario la
riqueza inherente en la tradición
hermética y su incorporación al
surrealismo, demuestra que lejos de
haberse agotado, ocupa y ocupará un
sitio preponderante en la historia
de la imaginación. Referirnos a la
imaginación significa entrar de
lleno en el dominio de la poesía, y
con ello en la certeza de alcanzar
“el oro del tiempo”. |
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NOTAS
1. André Breton: “La Llave de los
Campos” (traducción de Ramón Cuesta
y Ramón García Fernández) Libros
Hiparión, Madrid. Pag. 105
2. Ibid. Pag. 105
3. André Breton: “Puntos de Vista y
Manifestaciones”, Barral Editores,
(Traducción de Jordí Marfá),
Barcelona 1970. Pag. 281-82.
4. “La Llave de los Campos” pag. 125
5. “André Breton: “Magia Cotidiana”
Espiral Ensayo, (Traducción Consuelo
Bernea) Caracas 1975. Pag. 133
6. Michel Beajour en “Arcane 17”
Editions 10/18, Jean Jacques Pauvert,
1965.
7. Manifiesto del Surrealismo.
Ediciones Guadarrama, 1962,
(traducción Andrés Bosch), Pag. 324
8. Ibid. Pag. 160.
9. Ibid. Pag. 222
10. “Art et Alchimie”. Editions
Meddens, Bruxelles.
Pag. 247.
11. Adam Biro et René Passeron
“Dictionnaire Géneral du Surrealisme
et ses Environs”. Presses
Universitaires de France, 1982. Pag.
15
12. “La Llave de los Campos. Pag.
215
13. Guy Beatrice et Severine Batfroi
“Terre du Dauphin et Grand Oeuvre
Solaire” Devry Libres, Paris 1976.
Pag. 43-44.
14. En “Melusine No.II “Occulte-Occultation”,
Editions L’Age d’Homme, Laussane.
Pag. 51
15. ‘Manifiestos del Surrealismo”
ibid. pag. 334.
16. Ibid.
17. ‘Les Liberateurs de l’amour”
Editions du Seuil, Paris. Pag.
246-247.
18. Hervé Masson: “Dictionnaire
Initiatique”, Pierre Belfond, Paris
1970.
19. Mircea Eliade “Mephistophole et
L’Androgyne”, Gallimard, Paris Pag.
48.
20. “The Nag Hammadi Library”, James
M. Robinson General Editor,
Harper-Collins, 1990. Pag. 129.
21. Melusine Ibid. Pag. 131.
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Carlos
M. Luis (Cuba, 1932).
Poeta e artista plástico. Dirigiu em
seu país o Museo Cubano. Como
ensaísta, publicou Tránsito de la
mirada (1991) e El oficio de
la mirada (1998).
Este ensaio foi apresentado como
parte de uma conferência dado no
Museu Caraffa (Córdoba, Argentina).
Contato:
karmaluis1@bellsouth.net.
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